miércoles, 7 de enero de 2015

Pedro Jorge Solans: "En la muerte de Isidro Velázquez desaparece el bandido y despierta el santón"

Entrevista realizada vía correo electrónico en junio del 2012. Publicada en Raíces del Folklore. Rescatada del "Facebook del libro".

Isidro Velázquez fue uno de los bandidos rurales más conocidos en el país. Su fama se extendió por todo el Chaco y, en 1967, fue asesinado luego de una traición en una emboscada por la policía del Chaco, en el Paraje de Pampa Bandera. Su leyenda se acrecentó y éste bandido rural ha pasado a ser un santón popular. Pedro Jorge Solans se ha encargado de investigar, reconstruir la historia y, por medio de su libro Isidro Velázquez, retrato de un rebelde, acercarnos a la vida y al contexto social en el que actuó Isidro. Aquí su autor nos cuenta acerca de su trabajo de investigación, del libro y de otros detalles de la vida de Isidro Velázquez.

La rebeldía rural de los años '60 se encarnó en la figura de “los hermanos Velázquez”, principalmente en la de Isidro Velázquez. Asesinado por la policía chaqueña en una emboscada junto con Vicente Gauna. Su figura fue convirtiéndose en leyenda, así como Bairoletto, Mate Cosido, El Chueco Maciel en Uruguay, Isidro Velázquez es una especie de “Robin Hood” del Chaco: un bandido rural que les robaba a los ricos para distribuir sus botines entre los más pobres. Hoy se ha convertido en un santo popular y en el Paraje Pampa Bandera, donde fue asesinado, hay cruces, imágenes y sus devotos se acercan a pedirle favores.

Isidro Velázquez fue inmortalizado en un chamamé “El último sapucay” de Oscar Valles, que Jorge Cafrune interpretó y que fue el único chamamé prohibido de la historia en épocas dictatoriales, también Luis Buschtein en su libro “El fugitivo de Pampa Bandera" se ocupó de contar esta historia, y recientemente una película llamada “Isidro Velázquez, la leyenda del último sapucay” (en la que participa Pedro J. Solans) -dirigida y guionada por Camilo Gómez Montero- llevó al cine a este personaje.

Un aporte significativo es el de Pedro Jorge Solans en su libro Retrato de un rebelde: anécdotas, curiosidades, fotografías y escritos de Isidro y, además, una contextualización histórica que aborda cuestiones sociales de aquella época (la historia transcurre durante la dictadura de Juan C. Onganía), es así como mediante una narración apasionante vuelca los datos obtenidos de su investigación periodística.

- ¿En qué momento y por qué sintió la necesidad de relatar la historia de Isidro Velázquez?
Surgió tras investigar la masacre de Napalpí, ocurrida en 1924, en la misma zona, donde fueron asesinados y humillados los pueblos originarios, Tobas y Mocovíes y también criollos que se dedicaban a la cosecha de algodón. Ese hecho histórico, pero vergonzoso, involucró a las sociedades de Quitilipi y Machagai, dos pueblos del centro de la Provincia del Chaco. Ese luego sería el sector más emparentado con la vida de “Los Velázquez” que fueron los últimos bandidos rurales que existieron en el país.
Además, yo nací y viví mi infancia en Quitilipi, y tengo presente lo que se vivía con la psicosis colectiva que generaba la presencia de Isidro Velázquez y Vicente Gauna. Tenía 8 años y participaba con mi padre de un asado en el club Vendaval de Quitilipi para recaudar fondos y crear la Asociación de “Amigos de Quitilipi”. Esa noche, del 1ª de diciembre de 1967, ingresó al asado una comitiva policial y avisó que habían matado a “Los Velázquez”e invitaba a que viéramos los cadáveres. De allí fuimos todos a ver los cuerpos que los exhibían como trofeos en la Comisaría. Esas imágenes nunca se borraron de mi memoria y con el tiempo explotaron.

- ¿Cuál es el punto exacto en el qué Isidro comienza a definir su destino?
Isidro define su destino a partir de la persecución que sufre injustamente tras un complot entre un colono, vecino de él, y la policía. Esta persecución tiene como antecedente la vida de su hermano Claudio que murió en un tiroteo mientras asaltaba un almacén.

- ¿Qué condiciones o cualidades tenía Isidro para qué hoy sea considerado casi como un "héroe"?
No. Isidro no es considerado un héroe. Más bien, un vengador, un rebelde, un santón popular que los peones, los cosecheros, los hacheros, vieron cómo él se vengaba de las injusticias que soportaban de la policía, de los patrones, de las autoridades, y sus dotes naturales de moverse en el monte, y su buena puntería con las armas, fueron valoradas como un bien preciado y generaron leyendas, mitos y creencias.

- ¿Hay como una cuestión de fe que rodea a Isidro hoy en el Chaco?
Sí. Muy incipiente. Generalmente, los rebeldes populares que mueren de una forma que los redime el pueblo termina dándole un lugar en los altares. Velázquez murió traicionado, emboscado y fusilado. Esa muerte lo redimió de cualquier falta que haya tenido.

- En el libro comienza relatando cómo fue la emboscada, luego cuenta su vida y vuelve al punto de la muerte ¿esa forma temporal del relato la eligió por algo en particular?
Sí. Porque me parece que en la muerte de Velázquez, desaparece el bandido y despierta el santón. Termina el hombre común y surge el intermediario con la divinidad, el poder sobrenatural.

- En el texto se transcriben los diálogos con la misma manera de hablar de los personajes (sin las eses, con los acentos marcando la tonada, etc.) ¿Hay una intencionalidad desde la narración de acercar al lector a esas costumbres chaqueñas?
Sí. Por supuesto, creo que había que rescatar esa manera de comunicación, ese lenguaje, esa forma de hablar porque, en definitiva, muestra una interpretación del mundo diferente al nuestro, pese a estar compartiendo el mundo, la región, la tierra. Esa especie de cultura subyacente es muy rica, es parte de la cultura guaranga.

- ¿Con qué curiosidades se topó mientras investigaba y escribía el libro?
Precisamente, con ese lenguaje, casi mezcla entre el castellano y el guaraní, con esa interpretación gestual, y relatos increíbles. Allí hay un paso de posta entre la realidad y la ficción. Un choque o un abrazo entre lo urbano y el monte -que ya queda poco- o el campesinado. Me impactó la relación de esa gente con la tierra y su cosmogonía; y sobre todo, con el paisaje.
En la cuenca lechera paraguaya, la zona de Pilar, donde se exilió Isidro con su amante Ninón de 15 años, y donde Isidro se burló de la policía stroessnerista. Allí aún hoy se vive trazos de la república guaranítica, y el realismo mágico está a flor de piel.

- ¿Fue complicado obtener datos y documentos para hacer el libro?
Tuve los obstáculos propios de una investigación periodística de un hecho reciente, donde todavía están vivos varios protagonistas directos, y donde se debe desentrañar mitos, se revela hechos contradictorios o se rompe ciertos moldes. A menudo, en estas historias se cruzan virtudes y defectos humanos. Están presentes, las pasiones, los amores, las traiciones, los hechos heroicos, los miedos, las cobardías.

- En buena medida, en el libro quedan expuestas las luchas, las injusticias y la forma de vida de los campesinos del Chaco de aquel tiempo ¿se propuso esto al escribirlo, es inherente a la historia misma, o ambas cosas?
No. No me lo propuse, pero era inherente a la historia misma. No se puede escribir sobre los Velázquez, sin hablar del campesinado, de los obrajes, del monte, sin hablar de la dictadura de Juan Carlos Onganía reflejada en la policía del Chaco, sin hablar de La Forestal, de los algodonales, de la explotación forestal, de la clase media.

- ¿Isidro era simplemente un bandido rural o también considera que era un insurgente que no estaba de acuerdo con el sistema?
No. Velázquez fue un simple bandido rural y no tenía ningún encuadre político ni social. El sociólogo Roberto Carri, lo definió como formas prerrevolucionarias de la violencia.

- A partir de su investigación, ¿crée que la justicia de Chaco le atribuyó a Isidro culpas de otros casos no resueltos para ocultar su incompetencia o realmente Isidro era un gran problema para la policía chaqueña?
Las dos cosas.

MÁS INFORMACIÓN
Sobre el autor
Pedro Jorge Solans es Periodista y escritor nacido en Quitilipi, Chaco. Publicó los poemarios Bostezo crepuscular, Solferino y La Carga; el libro de cuentos breves En manos de Él y el ensayo periodístico A cielo abierto. Es autor de Crímenes en sangre, investigación sobre la matanza indígena en Napalpí, Chaco y otros títulos publicados por Ed. Punto de Encuentro. Dirigió el semanario Diario del Valle, las revistas Entorno y Nicandro, en la Provincia de Córdoba. Fundó y dirige actualmente El Diario de Carlos Paz, en Córdoba.

“El último sapucay” (chamamé)
Oscar “Cacho” Valles

La muerte apagó la risa
del sol que duerme ardiendo en el Chaco,
porque Machagai se ha vuelto
un llanto triste de sangre y barro.

Ya no está Isidro Velázquez,
la brigada lo ha alcanzado,
y junto a Vicente Gauna,
hay dos sueños sepultados.

Camino de Pampa Bandera,
lo esperan en una emboscada,
y en una descarga certera,
ruge en la noche la metrallada.
Isidro Velázquez ha muerto,
enancao a un sapucay,
pidiéndole rescate al viento,
que lo vino a delatar,
pidiéndole rescate al viento,
que lo vino a delatar.

La muerte apagó la risa,
de los machetes en los quebrachos,
la pólvora entre los huesos,
se hizo ceniza en dos pechos bravos.

Sin una vela encendida,
sin una flor a su lado,
sin una cruz en la tierra,
hay dos sueños sepultados.

Camino de Pampa Bandera,
lo esperan en una emboscada,
y en una descarga certera,
ruge en la noche la metrallada.
Isidro Velázquez ha muerto,
enancao a un sapucay,
pidiéndole rescate al viento,
que lo vino a delatar.
Pidiéndole rescate al viento,
que lo vino a delatar.

El antecedente a este chamamé.
Cuenta Pedro Jorge Solans en el capítulo “El chamamé prohibido” del libro en cuestión que Manuel Vicente Loverde escribió un poema y lo llevó a la casa de su amigo guitarrero Raúl Fernando Junco, quien le puso música. Fue tocado por primera vez en 1965, en una peña del Chaco. Luego por medio de Luis Berneri que tenía un programa en canal 13 de Chaco llevaron el chamamé a la pantalla chica, esto generó la detención de ambos al regreso a sus casas. Dicen que en 1968 apareció por allá Jorge Cafrune y les pidió permiso para grabar el chamamé, sin embargo se negaron y le pidieron que no se grabara porque ya no pertenecía a ellos sino al pueblo. Luego fue Cacho Valles con la misma intención pero la respuesta fue la misma, Cacho más tarde compondría el chamamé citado arriba, pero aquel chamamé compuesto por Loverde y Junco no registró ninguna grabación, ese chamamé se llamaba “Los Velázquez”.

Cuentan también que en una oportunidad un chamamecero santafesino que integraba un conjunto de Villa Ocampo lo cantó sin saber que allí estaban Isidro Velázquez y Vicente Gauna, lo que generó que Isidro le mande un agradecimiento por la canción a Loverde.

El tema tuvo dos versiones. En la primera dice: “roba a los ricos, paga a los pobres, así la gente lo evocará” y allí finaliza, pero luego hubo otra que agregó: “y preseguido dormía en el monte o entre los nidos de los chajás. Quizás un día caiga vencido pero su nombre no morirá”, tras su muerte hubo una modificación: “y perseguido, dormía en el monte o entre los nidos de los chajás. Lo persiguieron, ya lo mataron, pero su nombre no morirá”

“Los Velázquez”
Laverde – Junco

Isidro y Claudio
fueron bandidos
que el Chaco entero recordará
para escaparse de la partida
tenían más tretas que el aguará.
Fue por la costa del Guaicurú
donde peleando Claudio cayó
y desde entonces
por los senderos
triste y herido
Isidro huyó.
Y perseguido
dormía en el monte
o entre los nidos de los chajás.
Quizás un día caiga vencido
pero su nombre no morirá.
Por mucho tiempo
nada se supo de sus andanzas
o si murió.
Hasta que un día, para sorpresa
de todo Chaco, reapareció.
Junto con Gauna, Isidro va
roba a los ricos
paga a los pobres
así la gente lo ocultará.
Y perseguido dormía en el monte
o entre los nidos de los chajás.
Lo traicionaron.
Ya lo mataron
pero su nombre no morirá.


Por Pablo Piris

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