Entrevista realizada a mediados del 2012, en un café de Belgrano R. Publicada en Raíces del Folklore en esa misma fecha.
Este
año salió a la luz el libro “Jacinto Piedra x Bebe Ponti” escrito justamente
por el poeta y escritor nacido en Quimilí. En este libro el autor relata en
forma de diálogo la vida de Jacinto Piedra y su relación con él. Recuerda los
momentos en que se conocieron, sus primeras obras en conjunto y aquellas que se
inscribieron en la historia del folklore argentino. También hace un repaso por
aquella década del '80 en la que convivieron, agregándole un contexto
socio-político al texto y las visiones que Jacinto tenía del arte. Íntimo y
revelador el libro viene a ocupar un espacio necesario dentro de la
construcción histórica del folklore.
Adolfo
Marino “Bebe” Ponti ha publicado libros de poemas, pero también es reconocido
por su aporte al cancionero popular argentino. Posee más de 70 temas grabados
por artistas como Mercedes Sosa, Peteco Carabajal, Horacio Banegas, León Gieco,
Los Manseros Santiagueños, Ariel Prat, Luis Salinas, el Chaqueño Palavecino,
entre varios. Ahora hace este aporte significativo al folklore con su libro:
“Jacinto Piedra x Bebe Ponti” del cual participa en la coautoría la Licenciada
en Letras Silvina Damiani; “El aporte de Silvina ha sido muy importante. No
es un libro totalmente mío, es un libro prácticamente escrito de a dos, en
coautoría con Silvina. Ella se tomó el trabajo de desgrabar catorce horas de
charla y de compaginar el libro, un trabajo arduo.”
“...Revolucionario,
política y artísticamente, es y debe ser siempre todo artista verdadero,
cualquiera que sea el momento o la sociedad en que se produce”.
Con
esta frase del poeta peruano César Vallejo comienza el primer capítulo del
libro en cuestión, un capítulo que se titula “Encuentro” y que narra el mismo
entre él y Jacinto. La frase es reveladora y anticipa en gran medida uno de los
ejes principales del libro.
-
El libro empieza con una frase de Vallejo que habla del fin revolucionario del
arte, ¿aquel encuentro con Jacinto se da porque ustedes dos tenían esa
concepción revolucionaria del arte?
Indudablemente.
Yo venía de una lectura de Vallejo que decía que el arte es revolucionario,
cuando lo conozco a Jacinto veo en él a un transgresor, porque revolucionario
es aquel que transgrede la realidad, también es aquel que va a romper la
realidad para crear una realidad nueva. Me parecía que Jacinto implicaba una
revolución sobre todo para el ámbiente folklórico donde yo como santiagueño me
movía. Él era diferente hasta en la forma de vestirse y esa vestimenta
implicaba de alguna manera el protestar, el estar en contra de algunas cosas
que tienen que ver con la expresión libre de los seres humanos, de manera que
cuando lo conocí me sentí totalmente identificado con Jacinto y por eso creo
que Jacinto también encarnaba lo que decía Vallejo a propósito del arte.
Después cuando escuché sus canciones me di cuenta que era un joven que además
de mostrarnos una forma diferente de vestir tiene una concepción del arte
revolucionaria, en el sentido que cuestionaba los poderes establecidos. Había
otros artistas que estaban en la misma senda pero esos artistas estaban
prohibidos, no podían cantar, venían con una historia pasada, en cambio también
en Jacinto estaba la novedad que aparecía de cara al futuro. Jacinto era la
esperanza.
Esos
primeros encuentros se dieron bajo el régimen militar, allá por 1982, y si bien
la Dictadura venía debilitada y se vislumbraba una esperanza de cambio, aún
eran tiempos difíciles para la libre expresión y el compromiso social.
-
¿Cómo era moverse en esos años con un mensaje
libertario bajo el régimen de un gobierno militar?
Para mí
fue muy difícil porque yo venía de una militancia política y desde luego que no
estaba exento del terror que implicaba vivir bajo ese régimen, tengo un hermano
desaparecido. Venía de militar en la Unión de Estudiantes Secundarios, de
adherir al Peronismo Revolucionario, de manera que para mí era muy difícil
porque estaba pensando permanentemente que me podía pasar algo como a cualquier
otra persona que tuviera un compromiso político. Moverse en esa época generaba
sensaciones extrañas: por un lado uno era víctima del terror, víctima del
sentido de autocensurarse, de cuidarse; pero por otro lado ya se avizoraba que
esa dictadura estaba en retirada, estaba en caída, que era necesario vencer al
miedo para expulsar al terror, desde esa perspectiva mi amistad con Jacinto se
incluye en ese contexto histórico y desde luego que sentíamos el peso de vivir
en un país gobernado por una dictadura criminal e ilegítima pero tratábamos de
no autocensurarnos, tratábamos de manifestarnos con total libertad, de reclamar
y participar inclusive de las movilizaciones populares que se realizaban.
Algunas veces asistimos a la ronda de los jueves de las Madres de Plaza de Mayo
que ya estaba instituida, de manera que convivíamos con ese momento histórico
de la mejor manera: denunciando a la dictadura y al mismo tiempo haciendo arte,
dedicando la libertad que implica decir un poema, una canción. Por entonces en
Buenos Aires había un período muy lindo por otra parte porque había estado la
experiencia de teatro abierto, de poesía abierta, las Madres de Plaza de Mayo
le habían ganado totalmente la plaza a la dictadura, los jóvenes se expresaban,
se manifestaban pero la dictadura seguía secuestrando, seguía torturando,
seguía matando y silenciando, pero no pudo finalmente.
-
¿En ese contexto el arte era un canal
importante para manifestarse?
El
arte era un canal importantísimo. La mayoría de los jóvenes que no se
expresaban políticamente por distintos motivos, se expresaban a través del
arte, ya sea en producciones personales, caseras, en canto, haciendo recitales
en las plazas. Se empezó a ganar las plazas, ya aparecía nuevamente el rock con
recitales en Obras Sanitarias donde la gente cantaba consignas, aparecían
boliches, canto-bares, peñas donde todo el mundo comenzaba a expresarse y el
arte canalizaba gran parte del descontento popular contra ese régimen ominoso
que padeció nuestro país. Los jóvenes se manifestaban atípicamente. También
aparece una gran movida con lo que va a ser un rock que se instituye, la movida
de Sumo, Virus, V8. Nosotros con Jacinto llegamos a conocer todo eso porque
íbamos al bar Capricornio que está ubicado en la Avenida Córdoba entre Paso y
Pueyrredón y al lado estaba Einstein y ahí tuvimos la suerte de ver a Sumo, de
frecuentar inclusive a Luca Prodan, de ver a V8, a Iorio y a otras agrupaciones
de rock nacional.
-
En el libro hace mucho hincapié en la ruptura
que provoca Jacinto desde la vestimenta en el folklore, lo llega a definir como
“indio beatnik” y en un momento dice que tenía una “desprolijidad producida”.
¿Él era así o además buscaba acentuar esa imagen?
Jacinto
era un provocador. Un buen revolucionario debe ser en el mejor sentido de la
palabra un provocador para decir “hay otra realidad”, que era lo que buscaba.
Jacinto era realmente así, tenía una vestimenta totalmente atípica para las
movidas folklóricas, para todo lo que fuera la naturalidad de los cantantes de
folklore. Generalmente el folklorista era una persona más estructurada, más
acartonada. Cuando se presentaba un show lo hacía con bombacha y botas, o con
algún traje, o con su chaleco. Esto no implica hacer un juicio de valor,
implica hacer un juicio sobre el cambio de época, Jacinto marca un cambio de
época, marca un antes y un después. Ese antes y después no solo tiene que ver
con la propuesta, con el mensaje y con la belleza de su voz sino también tiene
que ver con la forma que él se presenta al mundo folklórico: los colores que
usa, los pantalones rojos, las zapatillas “All Stars”, las camisolas y eso
tiene que ver con la novedad que va a traer Jacinto que es el “hippismo” como
filosofía, como doctrina, como corriente, no el hippismo como algo peyorativo.
Jacinto es el primero en incorporar la filosofía hippie al folklore. La
filosofía hippie tiene que ver con lo que después va a manifestar en sus
canciones: el concepto de la paz, con pensar en que la violencia no debe ser la
partera de la historia, pensar en que la naturaleza es la gran compañera del
hombre. Un concepto “pacifista”, “ecologista”; pensar en que el hombre debe ser
libre, debe ser libre en su forma de mostrarse, en su vestimenta, en el
concepto de la experimentación con sustancias, el pensar que a las mujeres se
las debe respetar, denunciar el machismo, pensar en un concepto de amor libre.
Todo eso era el “hippismo”, eran novedades para el folklore.
-
En el libro dice que Jacinto incorpora como
temática en las canciones cuestiones que vienen de pensamientos andinos y que a
su vez incorpora en sus canciones realidades urbanas...
Jacinto
venía de una experiencia muy fuerte de Bolivia y Perú. Él ahí incorpora
pensamientos vinculados a la naturaleza y al “indigenismo”. Algunas veces me
decía: “Bebe quién no camina descalzo por las piedras de Latinoamérica jamás
va a saber lo que es esta Nación Latinoamericana”. También de esa zona
incluye muchos ritmos como los huaynos que después van a acompañar sus propuestas
en “Niños del mundo”, “Juan el hornero”. Hay una mirada indigenista también del
folklore en Jacinto que no se reduce solo a Santiago del Estero sino también a
un pensamiento más Latinoamericano. Esa experiencia fue trascendente a la hora
de cristalizar el Jacinto Piedra folklórico, porque él más que nada me parece
que tenía pensado formular su propuesta dentro de lo que es la música
progresiva, que era la música que en realidad la que más le gustaba, ese viaje
a Bolivia y Perú finalmente lo termina llevando al folklore como su género de
expresión.
-
Otra de las cuestiones que usted destaca de
Jacinto es su voz, inclusive dice que “después de Mercedes Sosa es la mejor
voz que escuchó”...
Indudablemente,
en eso estamos todos de acuerdo. Jacinto era dueño de una voz bellísima, única.
Tenía un color, un matiz tan especial que hacía que cualquier persona que lo
escuchara quedara prácticamente hechizado, era una voz que impactaba dentro del
corazón. El Chango Farías Gómez lo define muy bien, dice: “cuando lo
escuché yo buscaba una voz que tuviera el color de la tierra y la de Jacinto
Piedra era tan bella y tan original como la propuesta que yo pretendía para MPA
(Músicos Populares Argentinos). Su voz tenía el color de la tierra, tenía el
fervor y la herida de la tierra”. Para mí, después de Mercedes Sosa, la de
Jacinto fue una de las voces más bellas que dio el canto argentino. Era un
tenor, una voz por momentos lastimada y por momentos parecía una seda, ésa es
la metáfora con la que pude describir este tenor.
-
A pesar de todas estas condiciones a favor
que poseía Jacinto, le costó hacerse un camino...
Muchísimo,
Jacinto no llegó a ser reconocido en vida, salvo con Santiagueños, pero
Santiagueños era un trío que llega a ser consagración de Cosquín y todo el país
comienza a mirar Santiagueños, pero Jacinto no tuvo un gran reconocimiento en
vida. Sí había una intuición de su voz, pero creo que eso se debe a que Jacinto
estaba mostrando una novedad, un mundo diferente, Jacinto estaba abriendo las
puertas de una estrella nueva para mirar el Universo y sentir el Universo desde
otro lugar, de otra manera, y es sabido que todos nos resistimos a conocer algo
nuevo, siempre hay temor a la novedad y Jacinto era la novedad en todo sentido:
en las manifestaciones más amplias y en las manifestaciones más cerradas.
-
También dice que “Jacinto tenía una
actitud acelerada ante la vida”...
Sí,
eso a mí me llamó la atención siempre y creo que Mercedes Sosa lo pudo
distinguir con mucha claridad porque dice: “Jacinto era un alma apresurada
con una voz llena de belleza”. A mí cuando Mercedes me dijo eso me llamó
poderosamente la atención porque era la misma sensación que yo tenía. Él
siempre estaba apurado, no podía estar quieto. Inclusive hay en su ritmo una
velocidad, modifica el ritmo de la chacarera. A partir de Jacinto la chacarera
se hace mucho más veloz. Los ritmos folklóricos sobre todo los santiagueños:
chacareras, gatos, escondidos, adquieren mayor velocidad y también en el canto
más intensidad. Hasta ahí se refleja su apresuramiento.
En la
carrera artística de Jacinto Piedra, sin lugar el poeta santiagueño y autor de
este libro Bebe Ponti ha sido un socio ideal. Pero además de su camino como
solista, Jacinto fue parte de aquel legendario MPA dirigido por el Chango Farías
Gómez y de Santiagueños, un trío que compartió con Peteco Carabajal y Juan
Saavedra nada más y nada menos.
-
¿Cuánto influencia MPA, el Chango Farías
Gómez y Santiagueños en la carrera de Jacinto Piedra?
Muchísimo.
Yo digo utilizando una metáfora religiosa que siempre va a parecer una “Santísima
Trinidad” en la vida de Jacinto. Por un lado vamos a tener a Jacinto Piedra
como solista, MPA y Santiagueños, que son tres formaciones, él en sí mismo y
dos formaciones de las cuáles él participa. Y después podemos hablar de otra
“Santísima Trinidad” que es el Chango Farías Gómez, Peteco Carabajal
y Jacinto Piedra, yo creo que no habría Jacinto Piedra ni Peteco Carabajal
tal como son sin el Chango Farías Gómez, de manera que ha tenido una suerte de
Santísima Trinidad perfecta, hay un padre que se proyecta en las figuras de sus
hijos que puede ser Jacinto y Peteco, y los hijos que proyectan la figura de
ese padre que es el Chango Farías Gómez. El Chango tiene una gran incidencia a
la hora de pensar en Jacinto Piedra, de pensar en la propuesta de Jacinto
Piedra y de pensar en la influencia de Jacinto en el folklore argentino, porque
cuando ellos pasan por la experiencia de Músicos Populares Argentinos adquieren
un conocimiento musical que se los da el Chango que sin esa participación en
MPA hubiera sido imposible y que después la proyectan tanto como en su vida
como en la formación de Santiagueños. De alguna manera para sintetizar tanto
Jacinto como Peteco son la proyección del Chango.
-
Y así como el Chango Farías Gómez ¿Tenía
otros referentes en lo autoral y en lo musical Jacinto Piedra?
Jacinto
tenía muchos referentes. Le gustaba mucho la poesía, le gustaba que le
recitaran poemas. Conmigo frecuentaba los ciclos de los cafés literarios,
Buenos Aires tiene una gran tradición en cafés literarios, la primera época que
nos conocimos, esa época de la dictadura que nos pasábamos de peña, de algunas
movilizaciones populares, a la noche a veces terminábamos en algún ciclo de
poesía donde escuchábamos naturalmente a los poetas argentinos recitando sus
poemas y él a veces cantaba. A mi me llamaba la atención que en círculos donde
se desdeña a veces de lo folklórico, de la música, que Jacinto tuviera tanta
aceptación. Les gustaba mucho la voz de este “indio” que parecía un “beatnik
norteamericano”.
Justamente
“indio beatnik” es una de las definiciones que en el libro incorpora Bebe Ponti
sobre Jacinto Piedra, sobre esto comenta: “tenía que ver con el movimiento
literario de Estados Unidos, el último gran movimiento cultural que yo siempre
lo emparenté a Jacinto en este movimiento porque me parecía que el encarnaba
ese hippismo: la música, la poesía y la libertad que pregonaba el movimiento
Beatnik, es decir los postulados filosóficos de los beatnik norteamericanos que
se puede resumir en un poema del gran Allen Ginsberg que es Aullido. Los
beatnik fueron los verdaderos y últimos hippies de la historia, por eso lo
emparentaba, Jacinto era un “indio hippie”, era un indio porque tenía toda la
figura del indio. Había algo que me llamaba la atención, los beatniks hacían
una cierta apología al orientalismo y Jacinto tenía algunos resabios
orientales, tenía unos bigotes y una barba muy rala que prolongaban en su
rostro una figura muy típica del arquetipo del indio milenario, pero un indio hippie”.
De
aquel encuentro, de las vivencias en Quimilí, del contacto con los campesinos y
de esos momentos de bohemia en Buenos Aires, surgieron obras que se verían
cristalizadas en el primer (y único) disco solista de Jacinto Piedra “El
incendio del poniente”.
-
¿Con el incendio del poniente incorporan
nuevas temáticas a la música santiagueña?
Mirá,
yo no sé si el Incendio del poniente es una gran canción, sí sé que es un tema
diferente, que tiene una textura diferente y tiene una poética diferente. El
Incendio del poniente lo hicimos cuando llegamos a Quimilí y yo le mostré un
atardecer santiagueño gigantesco, un sol que parecía un disco enorme o un
hombre que la preñaba al revés a la tierra, un hombre de fuego y que los tallos
emergían como si fueran maderas de fuego que salían de la tierra y los árboles
y las hojas en llamas, todo lo que implica un atardecer, hasta las nubes como
sedas incendiadas en el cielo, en el aire, los pájaros, las alas de los pájaros
volando con movimientos de humo, de llamaradas. Yo le digo “de este incendio
de los campesinos guarda una chispita para encender el día y alumbrar sus
sueños”. Yo le llamo el incendio del poniente, bajo el hechizo, el influjo
de este atardecer he crecido yo. “Ese es el título que quiero para mi
canción” me dice; y desde luego que cuando yo pensé en la canción la
pensaba desde la mirada del campesino, que no es el mismo campesino de ahora,
porque en esa época no estaba la soja, era un campesino sufrido, no hablaba del
dueño de las tierras ni el dueño de las vacas, hablaba del otro campesino, el
que tenía su chacra, en ese entonces un tipo con 500 hectáreas en Santiago del
Estero vivía apenitas, era muy sufrido. Entonces escribía de ese campesino que
sufre mucho e inclusive al día de hoy sigue sufriendo, por lo tanto es una
canción social, es tan social que cuando empiezo la canción me tomo la licencia
de sacar un verso de Carlos Puebla del tema dedicado al Che Guevara
(Hasta siempre), “Viene quemando la brisa”. “Viene quemando la brisa/ en el
azul del silencio / y se levanta la tarde/ en las melenas del fuego” digo
yo, y la otra dice: “Vienes quemando la brisa/ con soles de primavera/ para
plantar la bandera/ con la luz de tu sonrisa”. Claro y no podíamos decirlo
literalmente porque estaba la Dictadura militar, fue un mensaje subliminal, acá
estamos hablando de otras cosas, estamos hablando de un paisaje, pero también
del campesino oprimido como parte de ese paisaje.
-
Justamente, en el libro lo menciona en
algunas ocasiones... ¿Cuánto se identificaba Jacinto con la figura del Che
Guevara?
El
Che siempre fue identificado como un símbolo de libertad. Jacinto lo
identificaba como un referente a seguir en cuanto a su mensaje de libertad, no
sé si en cuanto a su método pero el Che excede a su método. Jacinto no adhería
tanto a la violencia revolucionaria, el Che está más allá de la violencia
revolucionaria, el Che es una figura que encarna la libertad. El Che es como
Cristo, digamos para el imaginario social, inclusive para aquel que ni siquiera
sabe quién es el Che y lo lleva en su remera, es una figura que siempre
simbolizó la lucha por la libertad y Jacinto no estaba exento de esa
significación, él siempre habló muy bien, con mucho cariño, con mucho amor.
Inclusive me contó que en Bolivia fue tras los rastros del Che, no para
enarbolar ese método de lucha porque Jacinto era un pacifista y el Che pensaba
que los cambios se tenían que dar desde la violencia popular, revolucionaria,
Jacinto en cambio pensaba que el cambio tenía que darse pacíficamente.
-
En el final del libro sostiene que “Jacinto
fue un milagro”
Indudablemente
que un joven que pasa tan rápido y deja un mensaje tan fuerte que va a incidir
en algunas de las modificaciones que tuvo el folklore en adelante, es porque de
alguna manera ha sido un milagro porque el pueblo lo ha tomado así, es decir no
es un mito que lo genera el Bebe Ponti, éste es un mito creado por el pueblo
santiagueño por las 50 o 70 mil personas que lo fueron a despedir cantando y
llorando. Es un mito que también escenifica a la libertad, el cambio. El Bebe
Ponti en todo caso es simplemente un cartero de ese mensaje, de ese milagro. Yo
lo único que estoy haciendo es llevando en mi lenguaje, con mi libro
simplemente un resplandor más de este mensaje de este milagro que fue Jacinto Piedra.
Jacinto es un milagro porque modificó aspectos de la música popular argentina
como es el folklore.
-
La narración está escrita de manera dialogal,
¿Por qué eligió esta manera?
Porque me parecía que la mejor manera de recordar a un amigo
era desde lo hablado. Es como cuando uno se sienta en la cocina de su casa a
recordar a un familiar querido que se ha ido, a un amigo, siempre lo hace con
un matecito, entonces me parecía que iba a ser mucho más rica la construcción
desde lo parlamentado, es un libro oral. Inclusive tiene muy poca corrección de
estilo, yo me despachaba como estoy hablando así como con vos ahora y salían
inclusive perlitas que nacen de la remembranza, de lo evocativo, porque no deja
de ser un libro evocativo, si bien también es un libro que a medida que pasa el
tiempo se va convirtiendo en una suerte de manifiesto sobre todo para los
jóvenes porque todo el mundo lo quiere tener.
-
Evidentemente hacía falta...
Evidentemente el libro este vino a cubrir un vacío, yo jamás
lo pensé. Un vacío que tiene que ver con que el libro fue publicado por varios
motivos. Primero porque Jacinto ha sido mi amigo. Segundo porque él ha sido el
que me ha fundado como poeta de la canción a través del Incendio del poniente,
el primer tema que yo escribo. Y tercero, y fundamentalmente, porque yo no
quería que se perdiera un eslabón muy importantísimo de la historia del
folklore argentino, porque pienso que la canción tiene memoria y no se podía
perder este eslabón, es un fuego que no se tiene que apagar.
-
¿Cree que ese legado de Jacinto Piedra se ve
reflejado en el estilo de los jóvenes que hacen folklore en la actualidad?
Uno
de los aspectos que va a distinguir a Jacinto de los otros artistas del
folklore es que genera una escuela, una corriente, una estética en la forma de
cantar, inclusive tomada por algunos artistas consagrados. Muchos jóvenes toman
de esa escuela que ha dejado Jacinto Piedra, de eso no tengo dudas. Esa forma
de cantar, tal vez no tengan la belleza de cantar que tenía Jacinto pero esas
son las escuelas, las escuelas dan alumnos que a veces superan a los creadores
de esas escuelas y otras veces se quedan en el intento. Jacinto es el padre de
una corriente estética que tiene mucha influencia en el folklore.
-
¿Nota artistas jóvenes que buscan en la vida
y obra de Jacinto una fuente de inspiración para mostrarlo como un exponente
del folklore?
Hay muchos que están en la búsqueda, y creo que sí, hay una
coincidencia colectiva de la mayoría de los artistas jóvenes, de los conocidos
y los que no, de tener a Jacinto Piedra como una fuente de inspiración y como
una bandera que representa la vocación libertaria de los jóvenes artistas que
cantan y bailan folklore. Jacinto es una bandera de lucha, una compañía en los
momentos de dificultades, es un lugar a la hora de pensar en arte, a la hora de
resignificar esa hora, porque creo que está la tarea tremenda para una
generación nueva de reformular en otro contexto, creo que hay muchos jóvenes
que lo están haciendo con mucha dedicación, con mucha experimentación y que
indudablemente van a lograr decantar en esa escuela “jacintiana”, en una
escuela nueva, en una forma nueva, en varias no en una, de cantar, de decir, la
reformulación de lo que ha dejado Jacinto. Están trabajando muchísimo los
jóvenes en eso, tendrían que indagar más sobre aspectos que son importantes,
que se está descuidando un poco que tiene que ver con la poética, con la
poesía, tomar a nuevos poetas, que le presten atención a otros jóvenes que
están escribiendo. Además tienen la obligación de buscar, y tienen muchas cosas
a favor, el joven la impunidad: cuando uno es joven se puede tomar la licencia
de cometer un pecado de juventud, así que yo los animo a seguir experimentando
y también los animo a seguir buscando en Jacinto Piedra u otro gran artista
popular que es Horacio Banegas, un tipo que está dejando una escuela, ojo con
Horacio, porque hay mucha formulación novedosa en la propuesta de Banegas, e
indudablemente en Peteco Carabajal.
En referencia a los jóvenes agrega: “Yo los invito a que crean en el arte, a que investiguen, que estudien
fundamentalmente, ya quedan pocos espacios para las improvisaciones. Un buen
artista tiene la obligación de formarse, aunque trabaje hacer el sacrificio, ir
a una Academia de arte con un profesor, a una escuela de música. Un joven que
escribe también de leer, de estudiar.” Por eso, también afirma siguiendo
aquella enseñanza que tal vez haya aprendido de Mercedes Sosa: “quiero escuchar las canciones de los
jóvenes. Creo mucho en la juventud. En la juventud reside la luz del cambio. El
joven es un manojo de luz que está iluminando siempre un camino nuevo, una
huella nueva y es el que tiene la llave del sol para abrir las puertas de la
oscuridad.”
Extensas
conversaciones se entremezclan mientras los cafés se enfrían: el folklore, la
política, el periodismo, los espacios culturales y la poesía fundamentalmente
se hacen parte de del diálogo. En todo esto es importante destacar un
pensamiento que da lugar a un interesante debate: el lugar postergado de los
autores en la música folklórica argentina y la música en general: “Está muy
desvalorizado el lugar del autor, se desconoce a los autores de las canciones.
Una canción está compuesta por una letra y por la música. A veces quiénes hacen
las letras quedan en el olvido. Los grandes medios no los dan a conocer y
tienen bastante que ver, ¿has visto alguna vez notas en los diarios a Ariel
Petrocelli, a Lima Quintana o a autores de ahora?, prácticamente no tienen
espacio, por eso el público y los cantores los desconocen, no los nombran, ese
es un gran problema que tenemos en nuestra canción, porque también de esa
manera se va perdiendo la poesía, la búsqueda de la palabra, de embellecer con
la palabra.”
Entre
varios proyectos Bebe adelanta el lanzamiento de un libro escrito en coautoría
con el poeta santiagueño ya fallecido Felipe Rojas, una obra de teatro que
tiene como tema un mito popular de Santiago del Estero: “estamos por lanzar
un libro que tiene que ver con un mito, con una leyenda santiagueña, un libro
que fue escrito hace mucho tiempo en coautoría con el gran Felipe Rojas, un
poeta que nos ha dejado el año pasado pero que también ha dejado un legado de
canciones y poesía. En este libro que es un relato novelado sobre la leyenda
del kakuy donde le damos una visión muy personal que tiene que ver con el
incesto y los mitos como normas que se instituyen en leyes, más que nada una
novela romántica.”
Por Pablo Piris
Foto: Rubén Gobetti
Foto: Rubén Gobetti
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